Cuando estalló la pandemia de COVID-19 en 2020, los padres de todo el mundo se vieron obligados a hacer frente a circunstancias sin precedentes y a adaptarse a unas directrices que cambiaban constantemente. La pandemia planteó numerosos problemas de salud mental bien conocidos para los adultos, pero ¿cómo han afectado sus efectos a largo plazo a los niños que eran pequeños en ese momento? Dos de los proveedores clínicos de WellPower, Hillary Hustana, LCSW, y Braulio Rivera, LPC, compartieron sus perspectivas.
Desarrollo cerebral: No se pueden saltar pasos
El 90% del desarrollo de nuestro cerebro se produce antes de los 5 años. Para los niños que tenían entre 1 y 5 años durante el período álgido del encierro, una multitud de etapas socioemocionales se vieron despojadas de su vida cotidiana. Algunos padres tuvieron que tomar la decisión de si seguir trabajando o dedicarse al cuidado de los niños a tiempo completo, si trabajar desde casa no era una opción. Otros padres se vieron obligados a combinar el trabajo remoto con el cuidado de los hijos.
Millones de niños tuvieron que adaptarse a recibir menos atención y jugar menos con sus cuidadores, y aprendieron rápidamente a “hacerse invisibles”.
“Los niños pequeños tuvieron que aprender a desaparecer dentro de sus propias casas para proteger la capacidad de trabajo de sus padres”, explica Rivera. “Desaprender eso resulta increíblemente difícil, y puede llevar a que se pierdan elementos de su desarrollo cerebral asociados con las conexiones sociales, la navegación por las relaciones entre pares y la regulación emocional.“
En sus sesiones de terapia con niños en edad escolar y de más edad, Rivera ha observado que los denominados “niños de la pandemia”, que mostraban signos de dificultades de comportamiento cuando eran pequeños, ahora que son mayores se enfrentan a consecuencias mucho más difíciles.
El mayor problema, según Rivera, es que estos niños se perdieron momentos cruciales para su desarrollo, como entablar relaciones con otros adultos de confianza o socializar con sus compañeros, cuando el mundo se cerró.
“Lo que notamos ahora en niños de 6, 7, 8, etc., es que esos hitos que se han saltado se vuelven increíblemente obvios cuando los niños se enfrentan a situaciones que no tuvieron cuando esas partes del cerebro se estaban formando”, dijo Rivera. “Se produce esta acumulación exponencial de hitos no alcanzados, y como padres y profesionales de la salud conductual, tenemos que ayudar a los niños a dar pasos atrás y construir esas partes de su cerebro a través del juego.”
Jugando a ponerse al día con Covid
Hustana, que trabaja con niños de 6 a 17 años, ha observado tendencias similares a las de Rivera. También reconoce que la mayoría de los padres no están cualificados como profesores, especialmente en la primera infancia, y que los padres y cuidadores se vieron inmersos en una situación para la que no estaban preparados.
Cuando los padres tenían que trabajar, enseñar, cuidar del hogar y hacer malabarismos con el trauma de unos acontecimientos históricos sin precedentes que sucedían en tiempo real, era difícil darse cuenta de los hitos que faltaban en el desarrollo infantil.
“Creo que los niños neurotípicos pudieron adaptarse más rápidamente cuando el mundo volvió a abrirse”, afirma Hustana. “Pero los niños con diferencias de aprendizaje diagnosticables no fueron detectados tan pronto, por lo que no recibieron la intervención temprana que necesitaban. O bien prevalece la idea de que se pondrán al día si se les da tiempo suficiente, cuando no siempre es así”.
Se ha dado cuenta de que los niños que no fueron diagnosticados durante la pandemia tienen muchos más problemas que los que recibieron ayuda antes. Sin embargo, no todo está perdido.
Los niños son adaptables y, con los apoyos adecuados — como terapia, educación especial u orientación —, pueden aprender y prosperar con sus compañeros.
¿Cuál es una de las mejores formas de que padres y cuidadores puedan ayudar? Jugar con sus hijos.
Cómo ayudar a su hijo a recuperarse de la pandemia
Cuando entendemos que nuestros cerebros están construidos por capas, podemos ayudar a los niños a volver atrás y reforzar las habilidades fundamentales que pueden haber perdido durante la pandemia.
Según Rivera, los niños le dirán de forma natural a través del juego lo que necesitan. He aquí algunas ideas para que la bola empiece a rodar (valga el juego de palabras):
- Lance, ruede o bote una pelota de un lado a otro con su hijo. La causa y efecto físico ayuda a los niños que quizá no hayan tenido la libertad de explorar su entorno o sumergirse en el juego físico cuando eran pequeños. También es un buen momento para hablar con los niños sobre su día a día, escuchar sus experiencias y saber qué es importante para ellos.
- Jugar juegos de simulación. Los niños hablan a través del juego y, a menudo, la forma en que hacen interactuar o “hablar” a los juguetes puede revelarnos lo que está ocurriendo dentro de sus cabezas. Tirarse al suelo y sumergirse en su mundo ayuda a los niños a conectar con sus adultos de confianza.
- Ensuciarse. Ya sea haciendo un proyecto artístico, jugando con la tierra o experimentando con arena cinética, acompañe a su hijo mientras descubre nuevas sensaciones. Los niños necesitan libertad para ser curiosos y así aprenden a conocer el mundo a través de los sentidos.
Si cree que usted o su hijo necesitan apoyo, WellPower está aquí para ayudarle. Llame a nuestro Centro de acceso al (303) 504-7900 para comenzar a utilizar nuestros servicios, o para obtener más información visítenos en Internet en wellpower.org/access